jueves, 28 de julio de 2011

Mentira

Mentiras piadosas

Mentimos por diversos motivos, y no todas las mentiras son deliberadamente dañinas. La “mentira piadosa”, la que se dice con intención de no causar pena, o de paliarla, es un buen ejemplo. Según el Prof. Dr. Roberto M. Cataldi Amatriain de la Revista Argentina de Clínica Mé-dica, “La ‘mentira piadosa’ constituye una excepción a la regla (la ética médica), sólo justificada por el respeto a la persona y ante la situación concreta de que el mal que se produciría al decirle la verdad sería de tal envergadura que no nos queda otro camino que apelar a la excepción de la regla”.

A veces mentimos para proteger nuestra intimidad o la de otras personas, para resolver situaciones incómodas utilizando el “tacto”, o simplemente para quedar bien. No obstante, para los puristas, una mentira es una mentira. Como cantó el famoso chileno Buddy Richard en Mentira:

Mentira, lo nuestro siempre fue una mentira/una piadosa, pero cruel mentira/esas palabras bellas que se dicen/nos dejan en el fondo cicatrices…

Muchos piensan que toda mentira, sea de omisión o de comisión, acaba siendo dañina, tanto para el que la dice como para el que la recibe, pues corroe la fidelidad, la confianza, la intimidad entre dos personas, y por extensión debilita los cimientos de la convivencia social. En este último escenario podemos incluir las incontables mentiras piadosas (y otras claramente impías) de los políticos, los periodistas, los comerciantes, los abogados, los religiosos y todos de cuya decencia y verosimilitud depende la ciudadanía en cualquier sociedad libre y democrática. Las encuestas invariablemente demuestran que ésta es la percepción que tiene la gente.