lunes, 30 de mayo de 2011

- Mi no vida

 
Disculpa, estoy nerviosa. No sé que decir y lo que te estoy diciendo no concuerda con el temblor de mis piernas, el titubeo constante de mis palabras, la altura de mis pensamientos, y menos con la nobleza de mi corazón. Pero no sigas parado en el umbral de mi vida. Adelante, pasa por aquí. Esta es mi habitación, más bien mi mundo, un mundo de mierda, pero mío. Un mundo que esconde mucho ante la aparente indiferencia. Esta es mi vida, tal vez mi no vida; es solo un reloj, el reloj que le descuenta juventud a mi cuerpo. Allá están mis penas que son fracasos emocionales, y los monitos de colores que están saltando encima de ellas, mis alegrías, alegrías pasajeras, que son triunfos morales que le importan solo a la inmunda suciedad, perdón, quise decir “sociedad”. Si enciendes el televisor, encontrarás mi pasado oscuro, tergiversado, maltratado, mal encausado por un ser despiadado al que le arranqué la tranquilidad y parte de la sonrrisa.   Y el futuro?  -El futuro que imagino es siempre más nítido y claro porque se basa en mis propios ideales, y los ideales son basados en mis buenas intenciones, y las buenas intenciones son firmes transparentes blancas y puras, pero al fin y al cabo creo que no son más que utopías para este mundo tan inmundo a veces  (lamento diario)  –    Si apagas la luz, verás todo ese desorden de sueños que vagan de día y hacen fiesta de noche y que succionan mi cerebro hasta embriagarse. En la alfombra solo están las marcas, las marcas de cada vino que he bebido con mis enemigos, enemigos que se hacen llamar amigos. Si abres la cortina, verás mis nublados pasos de un futuro que es incierto y que no puedo palpar. En los cajones no tengo recuerdos, ahí guardo solo superficialidades. En el primero un poco de viento para mis cabellos y movimientos sensuales para mi cuerpo, en el segundo unas cremas dulces para suavizar los días que saben tan amargos, y en el tercero maquillajes de colores para pronto hacer brillar o iluminar la oscuridad profunda en que se encuentra la parte de mi cerebro que desconozco. En ese estante solo tengo unos libros con humanos no tan humanos tratando de describirse y descubrirse. En el aire algo de música orquestada para acompañar mis silencios, con seres silentes. Y en esa cajita roja sobre mi mesita de noche, guardo sentimientos y lágrimas, lágrimas que diseñé para el hombre que he dibujado en mi cerebro. (Te seguiré buscando).